Son los dos principales tipos de tarjetas bancarias, los más usados y los más antiguos. Pueden crear cierta confusión pero se trata de dos productos que se complementan el uno al otro.
Tarjetas de débito
Son productos asociados a una cuenta corriente en la que se cargan los pagos realizados, inmediatamente si es una compra física o en un tiempo determinado si es online.
En el caso de realizar una compra con una tarjeta en la que no hay saldo suficiente para cargar esa cantidad pueden suceder dos cosas: O no se puede realizar la operación o la entidad emisora de la tarjeta cede la cantidad de dinero necesario para costearla, dejando la cuenta al descubierto y cobrando un interés cuando se vuelva a ingresar dinero en la cuenta.
Tarjetas de crédito
En estas tarjetas el banco ofrece un préstamo a la persona vinculada a la tarjeta para realizar la compra, es decir, se hace una transacción sin que el cliente tenga ese dinero aún, como un pago aplazado que cubre el banco. Posteriormente, por norma general a final de mes, el cliente devuelve el importe íntegro de la operación al banco sin pagar intereses por el período de capital prestado.
Se pueden encontrar tarjetas de crédito en las que el importe no se devuelve a final de mes, sino que se pueden dividir en cuotas mensuales, un pago a plazos de hasta 12 meses con intereses entre el 20% y el 27% TAE.
El problema se puede dar cuando no se cumplen esas devoluciones y hay retrasos al pagar cada mes, entonces la entidad emisora sí que impone intereses que pueden llegar hasta un 30% TAE.
Existen también otros tipos de tarjetas de crédito como las balance transfer que sirve para cubrir la deuda de otras tarjetas gracias a tener mayor límite de crédito o las revolving con interés más elevado y cuotas fijas establecidas.
Se trata de un sistema de préstamo personal que cada vez se está imponiendo más como forma de pago estándar.
Tarjetas de prepago o monedero
Las tarjetas prepago son una de las modalidades de pago favoritas de jóvenes y compradores online. Se trata de tarjetas en las que hay que ingresar el dinero antes de realizar una compra, es decir, no hay una cuenta asociada sino que la tarjeta contiene el dinero con el que se va a realizar la operación.
Se pueden usar como método de seguridad de pagos online en caso de que no nos fiemos de las compras online ya que únicamente tendríamos que meter en la tarjeta la cantidad que necesitamos y el resto de nuestras finanzas no correrían ningún tipo de riesgo. Por esta razón muchas de estas tarjetas son virtuales y no físicas, es simplemente un número de tarjeta, PIN y fecha de caducidad sin un titular determinado.